sábado, 22 de diciembre de 2007

(Sin titulo)

Como lo habían planeado, se juntaron en el cuarto de aquel sitio. Ella lo estaba esperando en algo parecido a una cama. Él, apurado como siempre, se preparaba para una jornada inolvidable para ella y tan solo una más para él. Ella no tenía ropa interior y estaba dispuesta a darlo todo. Era su primera vez –por suerte, él era todo un experimentado- pensaba ella. La preparación para él era casi un ritual, donde nada podía quedar al azar. Ella, haciendo también lo suyo, se preparó y estaba lo suficientemente estimulada para comenzar el acto. Ambos se miraron fijamente, hablando con la mirada se dijeron tal vez todo, pero era inevitable ignorar la preocupación o ansiedad de ella. No existiría ni una expresión de amor en el cometido mutuo, pues solo se habían visto un par de veces antes de dicho encuentro. El fetiche de él era hacerlo con mucha luz, algo que ella y todas entendían muy bien. De pronto, pero atinadamente, las manos calidas de aquel hombre comenzaron a reconocer el cuerpo femenino. Tocando aquella parte donde solo pueden llegar los verdaderos amantes, algo que los dos sabían muy bien, pero que en dicho momento no percataban. Sus respiraciones cambiaban constantemente de ritmo. Sus cuerpos sudaron empapando las telas. Ella, lo suficientemente entregada; y él, preocupado de que no se perdiera dicha condición. Al acabar, ella al fin se sintió como una verdadera mujer en todo el sentido de la palabra y él con alegría evidente le dijo:

-Felicitaciones, es un varón.