Fue triste contemplar a esa niñita de unos seis años entregando una flor a su padre que estaba tras las rejas de aquel lugar. Su hermano sostenía en sus hombros a la pequeña y ella haciendo todos los esfuerzos se estiraba a más no poder para intentar acariciar tan solo por un instante las manos de su papá que se asomaban por esa inalcanzable ventana enrejada.